a Adolfo Agustín Arnulphi
Doy gracias al primer santo: serenos hoy construimos un templo a la distancia que como indica es: también refugi…
cuando la última palabra dicha soc… se escucha en eco y suena fea como mal dicha como si la boca que pronuncia fues… como si por la repetición perdiera…
Te pregunté a dónde van tus pierna… porque ayer me dijiste que estaban… “no me acuerdo qué soñé” me dijiste. Los pájaros están cantando tan cer…
¿Dónde busca consuelo cualquiera cuando lo que rebosaba no está der… sino ausente? ¿existe un refugio si hay pérdida? ¿Por qué solo el paso del tiempo d…
El ceño tenso: en la cama en el subte en la tarde. La espalda sin postura
Mi piel y mis raíces se refugiaron… Dibujo-te con yuyos con rueditas y espirales toco-te las sienes con las yemas de mis dedos
Instrumentadora del aire que sórdida y putrefacta menstrúa el vívido e inmenso infortunio de ser
El orden de la naturaleza la disciplina del tiempo la piel en la tierra el follaje reverdecido y la firmeza en el pensamiento.
Un cuerpo de tierra el vientre esencial: la madre savia. Descompone –hilo por hilo– un lega… añejo, decrépito, oscuro.
La vieja de al lado teje cejas gruesas y despeinadas para pegárselas a las muñecas que… guardadas en los armarios de las p… Dice que
Hay olor a quemado y río salado lindando la casa. Amasé en la cocina un gualicho.
Reiteradas veces me encuentro pensando en cómo (y para qué) compartir los beneficios que la práctica diaria de yoga le trajo a mi vida en tantos aspectos sin c. creer que todos necesita...
Tengo las antenas prendidas; unas cuantas certezas firmes, estr… también algunas incertidumbres —¡bienvenidas! que están para navegarse–
cuido mi casa por si entra un aire de vieja historia que pesa en el aire a la espera de un locutor
Me decís te quiero con la cabeza e… tus ojos están como perdidos. miro tus labios siempre los miro. tienen forma como de mandarina.