Poesas. Londres (1810-1829)
#Romanticismo #SigloXIX #Venezolanos
Tal vez alguno habrá, que habiendo… el caso de la bella Flordelisa, diga que se lo tiene merecido hembra que tales vericuetos pisa, y que si recatada hubiera sido,
Lleno de susto un pobre cabecilla leyendo estaba en oficial gaceta, cómo ya no hay lugar que no someta el poder invencible de Castilla. De insurgentes no queda ni semilla…
Canto las armas de la fe, y al hér… que del gran Redentor la santa tum… libró de servidumbre. En los conse… sabio, como esforzado en las batal… trabajos ni peligros le arredraron…
De un Aristarco adusto oigo el re… «Poner en verso estúpidas consejas que deleitaban a la plebe antaño, pero que hasta los niños y las vie… desprecian hoy, es un capricho ext…
Pensando en la virtud maravillosa de esta agua del Olvido he estado… y acá me la comparo a cierta cosa que llamar suele el vulgo iliterat… gracia, donaire, estrella venturos…
¡Quién pudiera, Biobío, pasar la existencia entera en un boscaje sombrío de tu encantada ribera! Una cabaña pajiza,
Sus dones la Fortuna, numen ciego… aquí rehúsa avara, allá acumula, y lo mismo que da nos quita luego, y en la inconstancia su placer vin… bellos son a la vista, no lo niego…
Hijo alado de Dione, no me riñas, no te enojes, si te digo
Nunca más bella iluminó la aurora de los montes el ápice eminente ni el aura suspiró más blandamente… ni más rica esmaltó los campos Flo… Cuanta riqueza y galas atesora,
Suele dar Dios en dulce miel temp… el acíbar del cáliz de la vida, y aun teniendo el azote levantado, su providencia paternal no olvida; por más que en este valle malhadad…
No habrá pulso que siga su carrera… cesarán sus latidos; ni el aliento revelará que vives, ni del cutis el natural calor; mustia la rosa en los helados labios y carrillos
Irrite la codicia por rumbos ignorados a la sonante Tetis y bramadores austros; el pino que habitaba
I No bulle la selva; el campo no alienta. Las luces
¡Piedad, piedad, Dios mío! ¡Que tu misericordia me socorra! Según la muchedumbre de tus clemencias, mis delitos bor… De mis iniquidades
Amable Pepa, en esa edad florida, risueña, encantadora, es la vida una aurora cuyo esplendor ninguna nube empaña…