#EscritoresVenezolanos
De Chachopo a Apartadero caminas, Luz Caraballo, con violeticas de mayo, con carneritos de enero; inviernos del ventisquero,
¡Oh, blancura imposible de la Ama… ¡Por todos mis desvelos cruza, com… como un jirón de invierno, su carn… inverosímilmente blanca! ¡Oh, blancura imposible,
Violento de armonía, en el tono de… llega el coro de las siete provinc… siete rostros adolescentes en las siete ventanas de las estrellas de la Autonomía.
¡Ah mundo! La negra Juana, ¡la mano que le pasó! Se le murió su negrito, sí, señor. —Ay, compadrito del alma,
La cola en el árbol, la boca en el… es todo un cauce: entra al Orinoco la cascada viva, el tributario de carne.
Ayer vino la paloma que viene todos los días, ayer se paró en la reja y comió de mi comida, ayer vino hasta mis hierros,
Vuelvo los ojos a mi propia histor… Sueños, más sueños y más sueños...… más gloria... odio... un ruiseñor… y asómbrame no ver en toda ella ni un rasgo, ni un esbozo, ni una…
Desde el árbol más alto, donde se… colgado de la cola al pico de una… con las manos tendidas, nos saluda…
He renunciado a ti. No era posibl… Fueron vapores de la fantasía; son ficciones que a veces dan a lo… una proximidad de lejanía. Yo me quedé mirando cómo el río se…
Luna de abril, descotada, con aguazal circunscrito, desnuda, con desnudez pura de pecho con niño. Luna llena, ubre de vaca,
La diezmillonésima parte de un tiburón multiplicada diez millones de vece… El Caribe es la distancia más cor… que hay del Río a la Muerte.
Murió de nuevo un día... yo la ama… mas sin remedio se murió ese día..… —¡Vuelve, Rabino, vuelve!...– yo… pero el Rabino rubio no volvía. Pasó la niña veinte siglos muerta,
No son para la Lira manos que odi… ¡para cantarte me he pulsado el al… Con un temblor de novia que se ini… con un azoramiento de novicia, el candor de las páginas, rebaño d…
Madre, si me matan, que no venga el hombre de las sill… que no vengan todos a pasar la noc… rumiando pesares, mientras tú me l… que no esté la sala con los cuatro…
Dijo el hombre a la Hilandera: a la puerta de su casa: —Hilandera, estoy cansado, dejé la piel en las zarzas, tengo sangradas las manos,