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En la muerte de Lincoln

No sobre el campo del honor caído,      
ni de banderas bélicas cubierto      
dejó a ese cuerpo ensangrentado y yerto      
su espíritu inmortal nunca rendido.      
 
  Del lauro ya del vencedor ceñido  
la ambición y el rencor, en vil concierto      
con golpe aleve le postraron muerto,      
la desgracia infamando del vencido.      
 
  Mas la mano del bárbaro homicida,      
nuevo triunfo a los triunfos eslabona
con que ilustró su generosa vida.      
 
  ¡Qué llora el mundo su fatal partida,      
y brilla más que la imperial corona      
la noble sangre de su frente herida!
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