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La urna: 34

II
 
Majestuosos, sombríos, colosales,
eucaliptos vibrantes en el viento,
protegiendo en las tardes otoñales
la humildad del camino ceniciento
 
por donde yo he pasado tantas veces...
A vuestra sombra alzábanse los lirios
como una pura elevación de preces.
¡Sombra que ha serenado mis delirios!
 
¡Oh, cuántas veces como yo pasaba,
pálido y solitario, y recordaba
lo que entonces podía llamar mío!
 
No os podría ver más, sombras gigantes...
Aunque dentro de mí llevo como antes
majestuoso dolor, grande y sombrío.
Preferido o celebrado por...
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