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AMBICIÓN

Controversias

Cogí un puñado de arena. Apreté mi mano todo lo que pude. Y así, mi puño inexpugnable entró en el agua de mar. Traté con todas mis fuerzas de mantener esa arena, con sus iridiscencias capturadas. Imaginé la arena fundida a mi piel, hecha castillo, hecha tesoro. La imaginé permanente, mientras las olas iban y venían sobre mi mano. Y comenzaron a cambiar mis sensaciones.
Cuando me sentí resignado, saqué el puño del agua, separé los dedos y lo comprobé. Sobre la palma de mi mano apenas quedaba arena. Si acaso, algún rastro. Lo más cierto que quedaba era mi recuerdo. Fue entonces cuando entendí que ya no importaba. Ese era el proceso. Desear, aferrarte, perderlo. Perderlo todo. ¿Y ahora qué?
Forcé a mi mente, en el buen sentido de la palabra, recopilar lo acontecido en aquel cercano pasado.
No lo logré, vestigios de una vivencia inconcebible, o mejor dicho inexplicable, ocuparon mis sentimientos, que ya de por sí, se encontraban excitados en su máxima potencia, nunca me había enfrentado ante una situación extrema de semejante magnitud.
En esos instantes supuse que la única solución que me ayudaría salir a flote, pues percibí estar hundiéndome en aguas fangosas, al corroborar que me estaba alejando en un ritmo acelerado de luz, que comenzaba a ocultase allí arriba, sería tomar la decisión que siempre tuve el miedo efectuar.
Y la tomé. Pasé del éxtasis de la plenitud, por haber alcanzado el logro que me había inspirado durante años, al vacío más absoluto. Al abrazo a otra verdad. Y lo hice en un instante, tras pestañear.
Es cierto que llevaba años dedicados a conseguir el éxito tal y como me lo habían definido otras voces, desde mi infancia, desde los medios de comunicación. Es cierto que llevaba años postergando mis necesidades emocionales. E incluso, las vitales. Por esto, por llegar a este puesto, a este dinero, a este momento de admiración de muchos. Y una vez hube
llegado fue tal la sensación de perdida de la realidad, que sólo tuve un norte. Una búsqueda. La evasión.
Quise huir del asco por lo inútil de todos los malos ratos, sacrificios, labios mordidos y dientes a reventar. Quise encontrar otra ruta para mis manos, para mis pasos, para mis horizontes íntimos. Quise demostrarme a mí mismo que mi vida no se acababa de éxito. No estoy dispuesto a zambullirme en la autocomplacencia del “lo conseguí”, a la mezquindad de intentar mantenerlo, a la paranoia del “me lo quieren quitar”. Quiero más. Quiero más. Quiero tanto más.
Y esta es la única forma de lograrlo que he podido concebir en ese instante en el que decidí darle un giro a mi vida. Cerrar las puertas, salir de los ascensores y de las cámaras. Salir a vivir. De una forma nueva, distinta, mía.
Decidí imaginarme que me esperaba un buen pasar, donde las querellas, siempre hirientes, quedaban detrás, no obstante, una nueva invasión de contiendas con el fin de usurparme el podio, lograron su cometido.
Y aquí estoy, como al principio, solo y triste, y casi convencido que la suerte otra vez me ignoró.

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Autores
Grace C. Chacón León  (España)
Beto Brom (Israel)
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