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Énfasis

Nunca fue el volcán a ser tan espacioso
como cuando erupcionó en fragmentos
de nieve, candente, pequeños fragmentos,
tierras aún por explorar en la juvenil
arcilla de los primeros tiempos,
un holocausto de lava saliva los ecos
que se acercan galopando por las cresposas
montañas y las llanuras bañadas
de terciopelo, puede que haya encontrado
un motivo más audaz que el desenfreno
raquítico, poseyendo éste algo de causa tremenda y exacerbádamente solitaria,
para con el esfuerzo del don, mas desde
la vegetación animosa que comienza
a enraizar, un tumulto de escobas
barre las viejas consecuencias abriendo
paso al modelo de un resurgir de
entre los escombros.
 
Acercándome con la única referencia
que poseo, la que me inculcó el tiempo,
alejo la enfermedad violenta y encuentro
en esas tierras, o, espero encontrar,
el grito de la pausa, identificada
con el momento, soltura desemperezada
que madruga al rayo solar, intervalos
o cuantía duradera para el labrador
de instintos, realidades, formas que
se visten de mariposa en un vuelo de
batiente clemencia, para el martirio
autoimpuesto de oscuros toneles de
vino rancio, aunque habría que dilucidar
si el vinagre cura las heridas o las torna
más caprichosas y las llaga.
 
Envolviéndome en un paño de ceniza
caliente arrebato a poseer otro puño,
crispando el recuerdo y tejiendo
un armazón púrpura de solvencia
discriminatoria, aún en paños menores
me paseo por el angosto callejón
del quejido, pues el retroceso siempre
tuvo algo de cobarde valentía cuando
no por su causa dejaré de imprimir
la vocalización de los hechos con la
fragancia de la anchura, comprimir
el acertijo es llevarlo al barranco
donde cae sin remedio, calor de un
tórrido verano palpita en las sienes,
el explorador busca un barco que le lleve
a ninguna parte, al centro de sí mismo,
ese viaje arrimado a un trayecto
compulsivo, que expande cada una
de las tonalidades de color en perpetua
vibración.
 
Tierra en la que me tengo que encontrar
y cerrarme en torno a ella calzando
botas de nieve, desmenuzar el hueso
que intuye la construcción del edificio que
alberga la expansión, no los derroteros
de las espadas que clavé en mis carnes,
tocad, en esta fiesta de ruiseñores
en la salazón del pan recién hecho.
 
Hoy soñé... soñé que estaba despierto y
los corales embellecían mi rostro desabrigado
y pulcro, de exotismo, no voy a comenzar
un revuelo sin haber marcado antes las líneas
de la seguridad, aunque el invierno que ya
se acerca parezca una seductora primavera
en mangas de camisa, aunque está
marcado el primer movimiento aún me queda
un largo trecho para llegar a saltar, en
mareas que no arrastren tras ellas todo
cuanto a sus pies se postra y degüellen
con su bravura a la amistosa
campesina que lozana me trae la leche.
Preferido o celebrado por...
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