Como nos engañan los conceptos, tienes que ser así, asá, para ser normal, pues yo me rebelo, yo no quiero ser normal, ¿enfermo?, cuantas veces lo he repetido, no lo sé, niño ¿otra vez? confusión, ¿de qué sirve? Un lugar, solo, un lugar que es mi lugar, donde he de estar, y cuantas falsas mariposas vinieron a asaltar mi sitio y ese hueso que ahora yo quiero no me llega, porque un hueso es fuerte, duradero, para siempre, aunque yo solo tenga mi olfato y un poco de azúcar para ofrecer.
La hipoteca no me costó pagarla, fueron todo facilidades, una mano portentosa tocó mi cabeza y me puso una corona, ¿qué será de mi?, si no merezco nada, y entonces llegó el lobo y me comió y cinco minutos más tarde me tuvo que devolver porque era una digestión demasiado pesada, estoy protegido, unido, pero ¡ay! mi hueso.
Mis huesos son lágrimas de cocodrilo, mi hueso es una esmeralda escondida en el campo, mi hueso es la mayor de las fortunas porque estoy, creo que me gustaría estar, hecho para el.
Me quejo de vicio, soy un quejica, un inmaduro pero quiero mi hueso. Late el corazón, rápido, muy rápido, son arritmias, me he tomado doscientas pastillas, tienen que limpiarme la sangre, he estado a diez minutos de la muerte, ¿y por qué no?, ¿y por qué no?, pues porque no, no era mi hora, yo no decido, yo no tengo poder de decisión, soy una hormiga, ya decidirán pisarme pero antes naufraga conmigo en la isla del condimento, un poco de sal para mí, haber si espabilo, que estoy medio ido de tanto jugar. Vamos pásame la pelota, me toca a mí, luego te la tiro yo y así la eternidad.
He tratado sobre dinero y tal pero no sobre lo físico y ahí también soy una luciérnaga, se me ve bien, a oscuras, echo de menos esa parte de mí que me falta y si no la tengo supongo sea por algo, supongo no, es por algo, y es que los años van pasando.
Creo, igual me equivoco, pero creo que no, en este raro poema no voy de víctima, sino que acepto el destino aunque no esté de acuerdo con el y me invada la desazón, porque es verdad que aceptar es fundamental, me refiero a aceptar una situación lógica, pero ¿por qué? no podría yo tener un trozo de mí. Buscarme en la montaña más baja, siempre me dieron miedo las alturas, y aunque sé volar no siempre lo hago.
En una cueva había un oso, entré yo con una vela y lo eché para fuera, me quedé tres días, pensando, cuando salí y le dije al oso, anda ve a tu casa, no me contestó, creo que fue porque encontré una verdad: Soy frágil y a la vez de cemento, algodón, y ladrillo, por eso nadie me soporta, no doy una cara, pero también la vela me cayó encima y me quemé, y me dolió muchísimo, así mostré mi parte más infantil que es la más poderosa y la que menos se aguanta pero, pero, pero niño nací y niño fresco fresco moriré en este tránsito. Pero clamo, que mi aceituna no tenga premio y eclipse los revuelos que me atormentan.
Serías para mí un haz de luz, en subida tus caderas de arcoiris dormirían la siesta en un arrecife de coral y yo te miraría mientras durmieras y si por si acaso llevases un sobresalto podría hacerme invisible, hueso mío, me das tanto miedo y a la vez te deseo tanto, no sé si has de venir o no, mis canas cantarán a las estrellas.
Antes igual lloraba por tí, ahora no, te echo de menos, pero el llanto no fluye y sabes por qué, porque es muy sencillo (el camino), pero si surge sin embargo nostalgia, melancolía, y sabes por qué, es muy sencillo (el camino) es circular.
Viva la vida del hombre casado, viva la vida del hombre ennoviado, viva la vida del solitario, a el más que a ninguno le toca sacar pecho. Ay que yo quiero tenerlo hundido, que yo quiero que me falte algo. Y mi bandera, está sola en el balcón de mi consistorio, gobierno a un pueblo, a un pueblo llamado yo y es un trabajo fatigoso y cansino porque yo es un niño travieso y juguetón. Una bendición, una bendición, mi enfermedad, mi inmadurez, mi inconstancia, mi tontería, mi sin-hueso, que yo sepa los bebés no se casan, bueno valió, también soy un hombre, es cierto, un hombre-bebé o un hombre-niño pero tengo que quererme si es propio mi con-hueso.