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OTOÑO

OTOÑO
 
Gracias, Señor,
porque envejecido el cuerpo,
sin poder, ahora, tomar
el agua fresca de la fuente,
me quedó aún la sed en el espíritu,
para desearla siempre.
Gracias Señor,
porque saciada el ansia
de los maduros frutos,
me queda el hambre
de  sus turgentes carnes.
Gracias, por el alma que me diste,
que sigue a mis huesos empujando,
a caminar cantándole a la vida,
sin sentir compasión de mi desgano;
ni nostalgia de mis fogosos días.
Gracias, Señor,
porque comprendo
que las facetas de mi vida,
forman un todo que me pertenece,

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