Del poemario "Una bestia agoniza sobre una flor de sangre".
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La impresión del amarillo, el rojo… sobre el asfalto cuando llueve. La lluvia baña las huellas del crimen.
El maquillaje de la tierra se agri… al día el cuerpo de los muertos (o no muertos) el traje y el vestido planchados descansan
El cardiólogo insiste en que el corazón no duele. El hígado no duele. Nada duele. ¿Y el cerebro? El cerebro es la oficina postal del cuerpo. Envía mensajes de melancolía a nuestros cora...
Qué pasa con el viento que pasa y ya no lo vuelves a ver una pala de playa saca de tu pecho arenas inesperadas
Es lo que soy cuando amo, un despojo de pieles y de ropas delante de otro despojo de ropas y… Cubrimos nuestras primeras vergüen… y volvemos al mundo revestidos de…
El poema se lee y se olvida o se recuerda depende leer un poema es abrirse la piel
El poema se desviste de una manera inusual a como lo hacen tus amantes pareciera que te pide que te des la vuelta y no mires
A los cuarenta y cuatro, para lo único que eres joven, es l… Solo cuando entiendes el miedo a l… puedes escribir el poema. La noche, esa pequeña muerte de to…
Yo una vez tuve un amigo. Un viernes, al salir del trabajo,… No vislumbramos la noche porque ér… Al llegar al Paseo Colón de madru… la gente nos advirtió sobre la pel…
Después de las seis de la tarde, cualquier cama deviene en explanad… a donde los combatientes llegan pa… Cuántos no han quedado mancos desp… de la guerra nadie sale ileso.
Es curioso que el hombre, siendo u… ¿Quién es el hombre que mira al ho…
Yo era un cíclope de cristal tú lo sabías mi corazón flameaba poco pero su llama era auténtica tú lo sabías
Puede ser que mañana la vela siga encendida el paso de las horas el paso de lo… no habrá apagado su lumbre
Yo no vivo el amor como los otros yo susurro plegarias al colchón do… a esa explanada a la que nunca te… y donde hoy el fuego consume sus t… en medio del incendio
Nos olvidamos de lo que no vemos. Del piojo feliz en la cabeza de nuestros Estuardos, de las violetas que florecen en sus cuerpos por las caricias brutales de sus verdugos. Y volvemos a...