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INSEPULTOS

Rappelez-vous l´objet que nous vîmes, mon âme,
ce beau matin d´été si doux:
au détour d´un sentier une charogne infâme
sur un lit semé de cailloux…
Charles Baudelaire

 
 
 
No cesan las luciérnagas del alma
hasta ser el cuerpo barro del aire,
agua del mundo, tierra elemental.
Desangrado mi cuerpo sobre la tierra negra
veo ascender el aura violeta de mi muerte
y veo a los ávidos zamuros rodearla
y planear en altísimos círculos de sombra.
Más allá, el cielo azul y los rayos negros y rojos
en la tarde de los dioses muertos.
En sus alas vienen por mí y por los otros
que aquí conmigo arrojan el alma por la boca.
Mensajeros de la nube, picos de diamante negro,
ellos esparcen por el aire y por la luz nuestra carne
y dejan al viento, a la lluvia y al rugido del sol
tallar la blancura amarillenta de nuestros huesos.
Nuestra tumba será  su vuelo.
Sus graznidos serán nuestro arrullo.
Allá abajo nuestra gente creerá vernos llegar cada mañana,
con un pálpito en sus manos que se abren al abrazo
y la felicidad del agua que lava el tiempo con sus lágrimas.

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