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El Beso

El Beso

Suave ligero como gaza
al viento, en la frente,
delicadamente se posa
el primer beso, dando
la bienvenida a la vida.
Sonoros y dulces abundan
los besos que perpetúan
hermosas amistades.
Lazo infinito entre hermanos;
desde la más tierna infancia
hasta lo largo de todo nuestro
existir; estos besos, como
florecillas silvestres, frescos
florecen de mejillas en mejillas.
Ah, pero en algún momento,
cuando pespunta, tal vez en
la adolescencia, en el horizonte
aparece el beso robado,
beso que no da tiempo
a pensar, te lo llevan dejando
la huella del querer más...
Recordándolo al rozar con
los dedos los labios, mientras
el arrebol del recuerdo se posa
en las mejillas y el corazón
por un instante aligera su paso,
recordando tiempos pasados.
Cómo no recordar el beso
inmaculado de la madre que
colma nuestra frente de mil
bendiciones, como hijos sacros
para ella, y que, al pasar los años,
encanecida sus sienes, sobre
su frente, con el mismo amor,
esos besos sabremos devolver.
Mas hay un beso que los contiene
a todos... el beso en la mano,
en la mejilla... en los labios.
El beso que toda fémina espera
de su príncipe amado.
Es el beso que nos eleva hasta
el firmamento, y nos hace suspirar
bajo la luz de la luna, enamorados.
El beso que enciende el destello
ancestral de la vida, pacto
paradisíaco entre el hombre
y la mujer; estallido de flameante
polen que habrá de generar
la miel deseada como fuente
límpida, espúmea en la pureza
del corazón, que oferente nos
renueva el espíritu, colmando
la tierra de buenos hijos, desde
el más puro amor.

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