Cargando...

No me pregunten por cosas que no quiero recordar.

26 de agosto del 2023

Qué terrible es el arrepentimiento, sobre todo cuando hace frío.
No entiendo perfectamente de qué va, pero creo que el arrepentimiento está cercado por la pretensión.

Hoy tengo frío y justo hoy estoy arrepentida, entonces quiero permitirme ser pretenciosa, tener la valentía, el coraje y la vanidad de pedirle a Dios que me devuelva a días específicos, a ciertas despedidas, a noches de mi infancia y otras no tan lejanas.
¡Qué extraño!
El arrepentimiento siempre pretende llevarnos a momentos tristes, como si fuese necesario arrancarle el sentimiento a esos instantes, siempre abrazando la falsa idea del “ahora por fin ser felices”, olvidando el poder irnos directamente a los momentos de gozo.
Pero no, qué egoísta pretensión, qué egoísta arrepentimiento sin olvido, sin perdón.

Poco me permito más allá de lo que me toca, pero hoy quiero permitirme la pretensión de soñar volver a algunos días, que digo días, unos instantes, que se me permita gritarme a la cara que eso que hoy creo seguro y conveniente, un par de años después me va a doler, me va a costar.
Que el hoy fue el ayer y eso se ha convertido en una cárcel.
Que hoy me está calando hondo el arrepentimiento con su frío, con sus pretensiones. Tanto me está doliendo que quiero gritarme que eso que hoy pretendo soltar me va a rayar en el imaginario de lo que quise y pudo ser, pero nunca será, y de lo que fue y no debió pasar, o debió suceder distinto.
Que me quede, que corra.
Últimamente, lo único certero que tengo es un deseo infinito de guardar el corazón, pero la pretenciosa necesidad de mi arrepentido me convoca a llevarlo expuesto, y va por allí rebuscando sonrisas, recordando voces.

Ese mismo corazón que había olvidado tanto, ahora está empeñado en recordar.
Ahora está empeñado en arrepentirse.
Como si no fuese suficiente con tener frío siempre.

Preferido o celebrado por...
Otras obras de Diana Ortiz...



Top