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El amor que no daña

No se ama cuando las lágrimas no compadecen a palabras insanas.
No elegí enamorarme de ti, de haberlo sabido, me hubiese puesto un chaleco antibalas para que tus palabras no me hubiesen roto el corazón.
Pero de los errores se aprende dice mi madre mientras me seca las lágrimas.
Y yo le creo, le creo. Pero el creer lastima aún más. Maldita la hora en que me deje hechizar y conversar que el amor no daña. Lamento haberme dañado tantas veces, por cambiar mi personalidad, por perdonar cosas que no debí y que si hubiese hecho nunca hubiese un te perdono para mí.
Lamento amar tanto, hasta el punto de querer tirarme al río sin pensar: en la sonrisa de mi madre, las canas de mi padre y los consejos de mi hermano.
Lamento llorar hasta quedarme dormida y que mis padres se retuerzan en la cama sin saber que decirme.
Lamento todo. Pero no me arrepiento, porque era un libro en blanco y tú pásate por mi vida rellenándolo de aprendizajes; buenos como malos.
El dolor no lo  domino aún, los recuerdos siguen, las palabras están intactas, las miradas de odio aún las veo, el dolor en mi mequilla aún sigue. Pero... Te a... no sé que sigue.

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