POESÍA JAPONESA
Hay veces que la vida se rasga, le pones mil zurcidos, parches que intentan tapar el dolo… Pero entre las costuras se escapa la tristeza,
El cielo rojizo va entrando en el alma de mis deseos, recuerdos de ocasos de mar, de rayos de sol iluminando tú ruborizada mejilla.
Y quiero irme de esta casa que me oprime que me encoge el pecho el estómago revuelto, en este espacio
Esa gitana bajo la luna llena está bailando Te quiero dijo ¡Ay! En aquel arroyo.
Mi alma se serenaba en aquel lago cristalino entre rayos de sol leía un libro, el de mi vida.
Si quieres tocarme hazlo de verdad no te quedes a medias, mira, como cimbreo la cintura, mira, como mis caderas te llaman. Acércate a mí, quiero ver tus ojos…
Enredada en tus brazos, mi lengua recorriendo tu piel. Nuestros cuerpos desnudos los ilumina la luna.
La soledad en las hermosas salas llenas de gente. Llenas de amores rotos, y olvidos negros,
Y fuiste hastío en mi vida rasgada, tedio de amor, me convertiste en hielo. Y me hiciste huir,
Me iré, y mi voz sonó más fría que… y más profunda que el mar de sus ojos océanos de lágrimas derramé en aquel silencio etéreo
Paseando por Granada llevando mi bicicleta, me quedé mirando a un perro con hechura de alambre y ojos saltones, de esos, que ponen a prueba la sujeción de sus cuencas y para rematar con...
Sudor y lágrimas en las minas rojizas. Color de estío. Mirando al Teide sueños de amor azul.
Lúgubre domingo, horas de insomnio Mis queridísimas sombras, Vivo con ellas, incontables, Pequeñas flores blancas,
Al fin del mundo iría y corriendo por ti si lo dijeses, más... ¡duelen los pies!
Siento cuando tú no estas, y yo, siempre quiero estar contigo ni un segundo sin que mis pupilas se hundan en las tuyas compañero de vida