POESÍA JAPONESA
Hay rimas bellas en el hermoso cuerpo canta al otoño. Al son de un triste fado, cimbrea la cintura.
La oscura noche hace que ulule el búho. ¡Que otoño cálido! En la maleza se esconde el zorro rojo.
Horas de papel ilusión tatuada y piercings refulgiendo a medianoche, una cerveza en el garito con luces de los setenta de neón.
En la Provenza, danza ella entre lavanda y viñas verdes.
Yo, celebro abrir los ojos y ver el amanecer desde mi balcón celebro cada respiración cada parpadeo. Celebro la vida
Estación Con qué alegría se viste de colores la bella primavera las margaritas
Los pies descalzos andando por las nubes las aves vuelan. Van piando tristemente una canción,
Lágrimas de sangre recorren mi cara, me pongo la máscara del maquillaje lentillas carmesí, pupilas dilatad… no quiero que me vean llorar.
Eres mi afrodisiaco el “si” de mi margarita mi sonrisa vertical el deseo hecho carne. Tu piel suave
Expiación Riesgo letal hemos contaminado ¿podremos arreglarlo? Cambio climático
Dorado sueño de kimono y colores ritmo del viento Luz de la aurora los colores del cielo
Entre los árboles pequeños pájaros cantando están. Iluminan el camino de la esperanza, en la ciudad,
Bajo el cielo de Granada vuela una vieja melodía hablando de amor, una guitarra suena en la tarde soleada.
Cálido tu aliento en mi, siento como erizas mi piel, noto que ardo como el tronco en la chimenea. Mi cuerpo se mueve al compás
Estoy llorando me estoy rompiendo caigo dentro de tus ojos el vértigo me está matando. En esta relación éramos tres