POESÍA JAPONESA
En aquel callejón bajo la luz mortecina tu mirada se cruzaba con la mía. Ojos de serpiente boca de lava ardiente
Cuando no esté no oiré la bella lluvia en mí caer. Hoy partiré en silencio, de los campos de otoño.
Prefiero quemarme a que me dejes apagarme como una pavesa. Esto parece una tragedia griega eras mi Dios, miento aún lo eres,
Ella es la rosa carmesí de quien extraigo mi pasión, sus hermosos pétalos se abren ante mí ofreciéndome su aroma. Ungiré mis labios,
Aquel verano mirando el mar turquesa, pensaba en ti. La noche aquella se unió la mar y el cielo,
La flor de la Jacaranda es una copa de vino afrutado, algo curvada, como un beso que se vuelve mordida. Pétalos que son abrazos,
Sobre tu pecho escondo mi cabeza me siento plena, llena. Feliz me miras tus manos en mis senos
El concepto más triste es probable… Es una enfermedad nacida de un amo… Puede ser eliminada a través de la… Se puede curar sin efectos secunda… Cuando las flores se quitan de man…
Me iré, y mi voz sonó más fría que… y más profunda que el mar de sus ojos océanos de lágrimas derramé en aquel silencio etéreo
La luna acuna naturaleza viva la madre tierra Lluvia de otoño pareja paseando
En el salón mirando la tele te observo, nosotros guardamos otra cuarentena. Mi mente masturba los pensamientos solitarios
Cubre la nieve la cabaña de troncos. Día de sol. Fluye el riachuelo entre la nieve blanca.
Me gusta el aroma a tierra mojada, me recuerda a tu piel, cuando sales de la ducha. Miro tus ojos y dibujo en ellos
Arrancarme la piel a tiras sentirme morir día a día no distinguir el alba del crepúscu… dentelladas en el corazón venas largas saliendo sangre a bor…
Las verdades a veces son rojas como la sangre de venas desordenad… pero ya he dejado de bailarte el a… que puede que te duela pero es que si te digo la verdad;