En este caminar descalza
y ésta, mi desnudez errabunda
con la maleta abarrotada de olvidos
que insiste en no querer cerrar
cada vez que lo intento,
sacando una mano
y pillando algún recuerdo
que se cuela doliente
por las rendijas estiradas del tiempo...
Como si con ello quisieran redimirse
de todas las miserias y desventuras
del agrio de la bilis,
los codos ennegrecidos
el ruedo roto del traje.
El deshilado de tanto andar
con la misma cruz a cuestas
con la mirada displicente y vacía,
abatida internamente.
Esa pestilencia a miseria,
que perfora todos mis sentidos
se me fuga de entre las manos.
Sin atisbos a que adherirme
desde este tiempo infinitamente absurdo...
desde todos los gritos del viento
posándose debajo de la mirada....
tratando de pisándote tus huellas
me he condenado yo misma al desconsuelo.
Doris Melo