Busco la palabra precisa
para traerte a mi luz...
palabras sin ojos, sin manos ni estrellas.
En un silencio ancestral te reinvento,
y en ese mismo instante,
en cópula musical te pienso, tibio y sereno,
y me diluyo al unisono contigo
en una noche mojada y ardiente
hasta convulsionar espléndida al vacío,
bordando en miel la sacudida
del éxtasis incontenible,
hasta beberme la última gota de tu nombre.
Conozco cada frontera de tu cuerpo,
te convoco en este instante
sin augurios, sin profecías.
contágiame rompiendo la espesura del tiempo,
invade de luz todos mis sentidos.
Como una tormenta en tu ritmo, estraviame
y con la espada de tu lengua
hazme olvidar todos mis temores
hasta lavar las cenizas del desatinado tiempo.
¡Nadie nunca ha contado las mujeres
que habitan dentro de mí!
Ahora deambulo en silencio, sola.
Titubeante el aire que se lleva tu imagen
con miedo y en soledad.
Al conjuro de Eros, en el entretanto,
el tiempo cambia y se hace efímero,
todo desaparece más allá de las palabras
en la imagen creciente de tus ruinas...
cuando el sueño nos atrapa
y se cuela la noche vagabundeando entre relojes.
Doris Melo.
Derechos Reservados.
Julio del 2012
En el libro: Solo de pasión, soledades y otras ausencias...