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Blanco sobre blanco

He escrito árboles, plantado hijos,
engendrado libros:
¿por qué no morir?
Y antes aún: ¿por qué
no estar sereno
de este afán por descender
adónde?
Comencé a hablar
hace ya tanto,
y sé que en algún sitio
alguien
escucha mi señal, la anota,
la traduce a otro lenguaje
¿el verdadero?
Pero no sé más, no veo
el rostro, no escucho
la respuesta.
¿Acaso no es bastante
colmar a la mujer,
dar amparo al niño,
desear la bondad
y la belleza?
Mis árboles, mis hijos
y mis libros
no responden:
el lenguaje
se me quiebra
entre los versos,
pero sigo, bajo, ahondo,
escapo, busco, adónde,
qué:
no hay mar ni cielo,
sino un vacío blanco
sobre blanco,
semejante a la nada.

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