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Una sola palabra

No creo en las palabras:
las he visto borrarse
apenas se agrupaban
como guerreros solitarios
cercados por las fauces de la nada:
herirse unas a otras
como hermanas henchidas de avaricia:
las he visto afirmar,
negar,
mentir
al pie de los altares y patíbulos.
Han venido a mis manos
como animales fieles
sedientos de esperanza
—y me han dejado solo,
como fieras que vuelven a los bosques
saciadas de su presa.
Cuando la noche cae
y la intemperie arrecia
en torno, sin embargo,
les ofrezco el silencio en que me ahondo
para que aniden:
sierpes
listadas de oro y negro:
hermosas como frascos de veneno
entre las manos del amor.
Sus dislocadas sílabas regresan
como sombras dementes,
pidiéndome razón que las retenga unidas
mientras la ronda gira y pasa:
voz
que las devuelva al agua,
al fuego, al aire y a la tierra:
verdad donde apagarse
hasta estallar de luz
y ser palabra sola:
una sola palabra:
pura
como el grito de Dios contra la nada.

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