Caminamos por calles
que no tienen nada nuevo.
Pero ahora, contigo al lado,
la ciudad es otra.
Las aceras parecen más anchas.
El tráfico suena más lejos.
Incluso el gris de los edificios
se vuelve suave,
casi amable.
Todo sigue en su sitio.
Pero no es lo mismo.
No puede serlo
después de cómo me miras
cuando crees
que no te estoy mirando.