El haiku captura la melancolía y la analogía entre las hojas muertas y los recuerdos que perduran sin ser recogidos.
Las "hojas muertas" evocan una imagen de transitoriedad y decadencia, representando los momentos pasados y los recuerdos que ya no están vivos pero que aún persisten en la mente del narrador. Al igual que las hojas caídas que no se recogen, los recuerdos permanecen en el corazón y la memoria, a pesar de que el tiempo haya pasado.

La comparación entre las hojas muertas y los recuerdos sugiere una sensación de pesar y nostalgia por lo que ya no está presente, pero también una aceptación de que esos momentos forman parte de la experiencia vital del narrador y no pueden ser borrados fácilmente.

En resumen, el haiku transmite una profunda reflexión sobre la naturaleza efímera de los recuerdos y la inevitabilidad de su permanencia, incluso cuando parecen desvanecerse con el tiempo, como las hojas muertas que permanecen en el suelo sin ser recogidas.