#Españoles
No me busques en los montes por altos que sean, ni me busques en el mar por grande que te parezca. Búscame aquí, en esta tierra
Y la vida, la vida es un instante mas cual millones de mayos perdura… cae pronto y se levanta pronto. No es un olvido. Quien ve amanecer ve lo bastante;
¿Dónde está la voz del aire? Tú la escuchas. Es silencio. Sus palabras son las nubes, la luz y el viento sus verbos.
Esta vejez reposa sobre un aire de luna. mónde huyeron los soles? Apenas si se ve, andas, ¿tropezarás?
Aquí, sí, pulcritud de pulcritudes… perfil al vuelo afin, nivel de ard… estás, oh mariposa que divides cielos de nieve y rosas de laúdes. Oh cuán lírica maga de altitudes
¿Quién ha escrito en tu frente esa… frases tan misteriosas, tan oscura… Fronteras para el nácar, nervadura… de ónice en unos cielos aurorales. ¿Qué dicen, qué dirán esas geniale…
Esa nube fue y se fue. ¡Qué limpio ha dejado el aire la pureza de ese ser que existió para negarse!
Resbalando por esta sima umbrosa, yendo sin freno el pie tras la mir… la mano tanteando en piedra helada… y presa la mirada en lumbre hermos… por esta sima voy. ¿Qué luz undosa
Aquí cesa el clamor; ya nada canta… Aquí el silencio su contorno impri… Sólo el pecho, nevado y tan sublim… de pie puede servir a la garganta. Ya, como con las albas, se levanta…
El soneto es tan ágil como un brin… brinco de corazón o catarata despeñada en un tiempo que delata el deseo del curso hacia un ahínco de no ser y de estar. En él afinco…
Así, prendido de la espesa rama como a nuevo Absalón me viste atad… Oh espesa rama que me tiene alzado a un viento vivo que ternuras bram… Oh viento! ¡Oh toro! ¡Oh llanto!…
Solitario campo. Me encuentro conmigo. Soy mi descampado. Solitario cielo. Me encuentro conmigo.
El soneto es tan ágil como un brin… nadadora de noches perfumadas; aquí, tu voz, tu risa, tus miradas… esta rama de amor tejen espesa. Desde el pálido gris a la frambues…
Me han traído unas lilas... ...son blancas... y dan tan hondo… ...me llevan hasta mi mujer ya mue… ...las plantamos los dos juntos al… ...del jardín.
No sé de dónde venía, ni nada me sostenía. En sólo huir me entendía. ¿De un orto que no era un orto, yo