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El clérigo y la flor milagros de nuestra señora - versos 401 a 460

III
 
Leemos de un clérigo   que era tiestherido,
ennos vicios seglares   ferament embevido;
peroque era locco,   avié un buen sentido,
amava la Gloriosa   de corazón complido.
 
Comoquiere que era   en ál malcostumnado,
en saludar a ella   era bien acordado;
nin irié a la eglesia   nin a ningún mandado,
que el su nomne ante   non fuesse aclamado.
 
Dezir no lo sabría   sobre quál ocasión
ca nos no lo sabemos   si lo buscó o non,
diéronli enemigos   salto a est varón,
ovieron a matarlo:   ¡Domne Dios lo perdón!
 
Los omnes de la villa   e los sus companneros
esto como cuntiera   com non eran certeros,
defuera de la villa   entre unos riberos,
allá lo soterraron,   non entre los dezmeros.
 
Pesó'l a la Gloriosa   con est enterramiento,
que yazié el su siervo   fuera de su conviento;
apareció'l a un clérigo   de buen entendimiento,
díssoli que fizieran   en ellos fallimiento.
 
Bien avié treinta días   que era soterrado:
en término tan luengo   podié seer dannado;
dísso’l Sancta María:   «Fizistes desguissado,
que yaz el mi notario   de vos tan apartado.
 
»Mándote que lo digas:   que el mi cancellario
non merecié seer   echado del sagrario;
dilis que no lo dexen   ý otro trentanario,
métanlo con los otros   en el buen fossalario.»
 
Demandóli el clérigo   que yazié dormitado,
«¿Quí eres tú que fablas?   Dime de ti mandado,
ca quando lo dissiero   seráme demandado
quí es el querelloso   o quí el soterrado.»
 
Díssoli la Gloriosa:   «Yo so Sancta María
madre de Jesu Christo   que mamó leche mía;
el que vos desechastes   de vuestra compannía,
por cancellario mío   yo a éssi tenía.
 
»El que vos soterrastes   luenne del cimiterio,
al que vos non quisiestes   fazer nul ministerio,
yo por ésti te fago   todo est reguncerio:
si bien no lo recabdas,   tente por en lazerio.»
 
El dicho de la duenna   fue luego recabdado,
abrieron el sepulcro   apriesa e privado;
vidieron un miraclo   non simple ca doblado,
el uno e el otro,   fue luego bien notado.
 
Issiéli por la boca   una fermosa flor
de muy grand fermosura,   de muy fresca color;
inchié toda la plaza   de sabrosa olor,
que non sentién del cuerpo   un punto de pudor.
 
Trobáronli la lengua   tan fresca e tan sana
qual parece de dentro   la fermosa mazana;
no la tenié más fresca   a la meredïana
quando sedié fablando   en media la quintana.
 
Vidieron que viniera   esto por la Gloriosa,
ca otri non podrié   fazer tamanna cosa;
transladaron el cuerpo,   cantando «Specïosa»,
aprés de la eglesia   en tumba más preciosa.
 
Todo omne del mundo   fará grand cortesía
qui fiziere servicio   a la Virgo María;
mientre que fuere vivo   verá plazentería,
e salvará la alma   al postremero día.

#EscritoresEspañoles Milagros Nuestra Señora de

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