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Martirio de San Lorenzo coplas 45 a 56

Versificación moderna Clemente Canales Toro (1974)

45
 
El gran furor de Decio contra Sixto fue tal
que ordenó lo llevasen afuera, al arenal,
para descabezarlo con la muerte final.
Dijo Sixto: —«Perdónate sólo al Dios sin igual».
 
      46
 
Mientras que Sixto tuvo con Decio esta contienda,
los tesoros que tuvo Lorenzo en su encomienda,
los entregó a los pobres, pues según la leyenda
«quien reparte entre ellos, conquista rica hacienda».
 
      47
 
San Lorenzo era hombre de una gran santidad
que entre la gente pobre hacía caridad:
sanaba a los enfermos de toda enfermedad,
y donaba a los ciegos la luz de la verdad.
 
      48
 
Si sobre los enfermos imponía sus manos,
los que estaban dolientes se retornaban sanos;
los que apenas andaban por los caminos planos
corrían la pelota después hasta en los llanos.
 
      49
 
Con sus sagradas manos muchos bienes se hicieron;
los enfermos sanaron; los pobres se nutrieron;
los ciegos contemplaron; los desnudos vistieron,
y bienaventurados, los que en la fe creyeron.
 
      50
 
El devoto varón, libre de lo usurario,
repartió los tesoros como leal vicario.
Andando por la villa le ocurrió que en un barrio
halló una Santa Biblia de gran devocionario.
 
      51
 
Había en esa zona una viuda enlutada
que ya 32 años llevaba de enviudada.
Asilaba cristianos en su propia posada
prestándoles ayuda en forma ponderada.
 
      52
 
Sufría en la cabeza dolencia cotidiana,
tanto que siempre estaba más enferma que sana.
Le dijo: «Padre mío, de quien tanto bien mana,
pon tus sagradas manos por sobre esta cristiana».
 
      53
 
A todos los que eran cristianas y cristianos
él lavaba los pies con sus benditas manos.
Oró junto a la viuda con rezos muy humanos
y luego le alivió sus males cotidianos.
 
      54
 
Se despidió de ellos al dar la bendición,
y de aquellos tesoros dio a todos su ración.
Fue en busca de otros pobres e hizo otra procesión
para lavar sus pies y dar consolación.
 
      55
 
En casa de Narciso, el noble senador,
encontró a muchos pobres, siervos del Creador,
creyentes de que Cristo fue nuestro Salvador,
seres que recelaban del mal Emperador.
 
      56
 
Eran gentes muy pobres, de recursos menguados,
que antes injustamente fueron desheredados.

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