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Carta para mí (psicólogo)

En el invierno del año 2000, sobrepase una crisis existencial en la que necesite asistencia psicológica, luego de la gota que colmó el vaso, el cual fue el fallecimiento de mi madre.
Durante 15 años me enfoque en mi trabajo, descuidando mis relaciones sociales y sentimentales, mi labor requería de mi destreza física, mi energía mental y mis aptitudes prácticas dispuestas al 100%,razón por lo cual, a lo largo de los siguientes años estas cualidades fueron aminorando, por obvias razones.
Si bien adquirí una holgada jubilación, la soledad, el aburrimiento y el recurrente gasto innecesario en mujeres y alcohol perforó mi salud, no solo mental, sino también física y emocional, caí en una profunda crisis emocional.
El siguiente manuscrito es una carta que escribí durante la terapia por recomendación de los profesionales de las salud y en ella se detallan algunos pormenores de mi infancia, y comienza de la siguiente manera.

De chiquito me llamaban Anguito, era tímido, retraído aunque ecléctico y con estilo propio, como un funk carioca. Mi madre me inculcó muchos saberes útiles, habilidades prácticas y valores éticos, ella era una prestigiosa arquitecta que trabajaba mucho, gustaba de la literatura y la filosofía,
y me crió con mucho cariño.Recuerdo que me inscribió en una escuela alternativa, donde priorizamos el deporte y los oficios, jugamos a ser médicos, practicábamos carpintería, salíamos a andar en bici al monte, jugábamos ajedrez, pintábamos mándalas y completábamos rompecabezas.
Mi padre murió cuando yo tenía 4 años, por lo que mi madre me repetía de manera habitual: "eres el hombre de la casa”,creo que esas palabras moldearon en mi una personalidad más independiente, protectora de mi familia y mi hogar, enfrentando las crisis financieras que teníamos en la casa, o incluso los bajones emocionales que padecía mama, en los que me empeñaba en solucionar, recolectando diferentes flores del jardín o regalandole un dibujo surrealista.Si algo se rompía en mi casa, tomaba la iniciativa para arreglarlo, sólo esporádicamente aceptaba la ayuda de mi madre, inmiscuyéndome en la caja de herramientas que había en el sótano, con el alhajero que guardaba en su habitación, con sus utensilios del estudio o incluso, con regalos de mi abuelo, el primero fue una navaja suiza, que me instruyó en el uso de ella.
Disfrutaba las salidas ocasionales con mis madre, una vez por mes, mas o menos, íbamos a acampar frente al bosque Stewart Burton, Oxbow o Silver Falls, recuerdo que a los 9 años salte desde 9 metros a un pozo de la cascada, festejábamos los cumpleaños con pic-nics en las faldas del cerro Mount Houd, largas caminatas en la montaña Neahkahnie, incluso en invierno íbamos a esquiar con mi abuelo, que era carpintero (¡y un gran esquiador!), a veces nos acompañaba y con su sabiduría magistral y su cálida voz me enseñó mucho sobre los valores de la vida.
Al volver de estas excursiones, motivo por el desconozco, tenía mucha ganas de desarmar (o romper) y volver a armar mis muñecos, restaurar electrodomésticos dañados, o cualquier curioso artefacto que encontraba en mi hogar o mejor aún, en la casa de mi abuelo, mucho más que la media de los infantes destructores.Tenía una inconmensurable avidez por reparar, arreglar e inclusive y más aún, crear nuevos artefactos que ayuden a mi madre, sorprendan a mi abuelo y calmen mis ansias de niño inquieto.
Y aunque había hecho todo lo posible (para un niño de 9 años),no había hecho aún, todo lo necesario.

Ejercicio,tomando un personaje de ficción,y realizar una carta,una especie de ucronía, como si él la estuviese escribiendo ¿Sabes quien es el personaje?

#arreglar #carta #inventar #personaje #reparar de ficción

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