Tardón de melancolía
Domingo seis de la tarde, mi corazón es de vidrio.
Las libélulas vuelan al ras del suelo.
En la esquina del mustio zaguán.
Melancolía tocando el piano y tarareando melodías.
El tintinear de las gotas sobre la chapa del techo.
Por la gelatinosa ventana, sobre el ocre alféizar, se templa una taza de café.
Y en el chispeante invierno, Doña Añoranza, contempla la maravillosa música, centelleando sus ojos.
Los grillos susurran como arpas celosas.
Del lado del pórtico, Miss Angustia invade el jardín con el riego de la manguera como si las gotas fueran una cohorte de plañideras.
El encapotado cielo, un techo de asbestos.
Y la niña Morriña chapoteando en los charcos burbujeantes, mira distraídamente al vecino de enfrente.
A su espalda, el sonido cristalino de un shishiodoshi es rebalsado por las púas de la garúa.
Del cielo, una cascada de lágrimas de espejos rotos.
Melancolía mirando fijamente a Miss Angustia corriendo con Hastío por el pálido jardín.
En la vereda de enfrente, el exangüe vecino extranjero.
O Senhor Saudade, reposa en el sofá gris con los nudillos de su mano derecha descansando en la mejilla, pispeando a Doña Añoranza, delectándose de manera transida con el sonido de un piano.
Como sabrás los personajes son sentimientos,incluso en gallego y portugués
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