Caricamento in corso...

Encuentro/ Encounter

Algo autobiográfico, para variar...

La última vez que hablamos, luego de un silencio celeste, tomaste mis manos y preguntaste ¿Le amas? Yo no quise decir más. Sonreí y comprendiste. Llevando tus ojos al borde del camino susurraste con melodía suave ¿Te ama? Obvié cualquier respuesta y comencé a hablar de la cercana navidad.

Han pasado muchos años desde aquello. Y ahora que volvemos a vernos, me atrevo a tratar de describirte algo de lo que ese día sólo me hacía titubear.

Vivir a su lado ha sido montar al galope a un caballo hermoso, en una carrera desenfrenada y salvaje, por praderas y bosques incesantes, todo a la vez, sin poder planificar. Cruzamos ríos, nos detuvimos frente al mar, llegué a lo más alto de la montaña y necesité sigilo en la oscuridad. Estuve siempre aturdida por el viento que enrutaba mis lágrimas, la lluvia maquilló mis desvelos, las ganas sirvieron de espuelas y el sonido atronador de unas risas me enseñó el rastro de ese otro jinete enloquecido que me acompañaba y cuidaba, era él. Nunca hubo nadie más. ¡Hice tanto de lo que quise! Temblé muchas veces de placer. Rompí mis miedos dejando cicatrices y se convirtió en sonrisas la lozanía de mi piel. Aprendí a parpadear frente al dolor y a saborear las frutas luego de acariciarlas. Convertí en hijos los anhelos y olvidé cubrirme las espaldas.

Estoy aquí. Rota y limpia. Dispuesta a continuar. Tengo todo el mundo por delante y no necesito mirar atrás. Sigo siendo una jinete. Pero ahora estoy lista para una caminata. Quiero sentir el calor del suelo bajo mis pies, las brisas suaves en las mejillas y su mano en la mía, mientras nos acercamos a lo que, desde que nacimos, ha sido nuestro lugar. El uno haciéndole ecos y besos a los sueños del otro. Intuyo que es mi verdad.


Que importante es estar en el estado de ánimo correcto para dejar salir lo que tienes dentro. Unos días antes de escribir lo que viene a continuación, en otra ciudad, de una sentada redacté esto en bolígrafo y lo dejé olvidado. Traté de recordar la esencia y redacté de nuevo. Partía de esto que coloco ahora:

Me preguntas ¿Le amas? Me miras y callas. Inspiras un océano y me dices ¿Te ama? Yo no sé responder. El silencio nos envuelve mientras mis labios mudos se retuercen y todos los murmullos de mis dedos, acariciando tus manos, dejan entrever la historia que te doy a conocer.

No quebrará un sonido el resplandor de la luna, mis ojos a tus ojos cantarán lo que siento y que significa algo como esto: "En los años que han pasado a su lado he vivido lo que soñaba y lo que temía, nada me ha ahorrado la vida.  Lágrimas de niña y placer intenso, miedos al futuro y certezas de sol sobre la piel. En los años que han pasado no me atrevería a cambiar nada si pudiese volver la clepsidra del revés. Porque cada beso selló en mí los deseos de más luceros, de más estrellas, de más mar. Porque sus manos supieron cobijar mis heridas con el calor de quién sabe amar. Porque las mentiras apenas brotaron de la tierra, la luz de sus ojos marchitó sus hojas y me dejó en un remanso de paz.
A su lado aprendí a cabalgar mis angustias, ansiedades, miedos y debilidades para, desde ellas, tomar velocidad. Y sus besos me dieron fuerzas para espolear la realidad y no rendirme, ni desesperar. Sino controlar el ritmo de los pasos con la voz y las caricias que impulsaron mis miradas al horizonte lejano y limpio, mientras en la pradera divisaba un manantial.
Y cuando mi caballo entró al bosque y se encabritó y con sus temblores me inyectó el miedo y hasta el dolor, pude dejarme guiar por sus palabras, con los ojos clausurados, confiando en que la luna llovería la senda que nos alejase de un adiós.
Ahora que el galope va constante, el horizonte nítido y cercano me habla de este amor, el de los dos seres a caballos, con trote cercano y dispuestos a seguir el curso del río, atravesarlo y descansar, según dicte el destino, lo impredecible y la posible existencia de alguna verdad.

Me gusta más así... Y aunque nunca es tarde para corregir, lo voy a dejar descansar...


The last time we spoke, after a very blue silence, you took my hands and asked, do you love him? I didn’t want to say more. I smiled and you understood. Bringing your eyes to the roadside you whispered with soft melody Does he love you? I ignored any answer and began to talk about the approaching Christmas.

Many years have passed since then. And now that we meet again, I dare to try to describe to you something that only made me hesitate that day.

Living by his side has been riding a beautiful horse at a gallop, in a wild and unbridled race, through meadows and incessant forests, all at once, without being able to plan. We crossed rivers, we stopped in front of the sea, I reached the top of the mountain, and I needed stealth in the dark. I was always stunned by the wind that routed my tears, the rain made up my efforts, the desire served as spurs and the thunderous sound of laughter showed me the trail of that other crazy rider who accompanied me and took care of me, it was him. There was never anyone else. I did as much as I wanted! I trembled many times with pleasure. I broke my fears leaving scars and the freshness of my skin became smiles. I learned to blink in the face of pain and to taste the fruits after caressing them. I turned wishes into children and forgot to cover my back.

I’m here. Broken and clean. Willing to continue. I have the whole world ahead of me and I don’t need to look back. I’m still a rider. But now I’m ready for a walk. I want to feel the warmth of the ground under my feet, the gentle breezes on my cheeks and his hand in mine, as we approach what has been our place since we were born. The one making echoes and kisses to the dreams of the other. I really feel this as my truth.

Imagen de Unsplash por Helena Lopes

Piaciuto o affrontato da...
Altre opere di Grace C Chacón León...



Top