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La ventana en el desierto

Un hombre
en el desierto de Nazaret
abre sus brazos,
la gente cerca de él
estira los suyos
y se arrastra,
aspiran tocar los rayos
de su atavío.
Jesús camina sobre diamantes blancos
y las estrellas entre sus cabellos
iluminan su rostro sutil.
Va a sentarse en la ventana
abierta en el desierto,
ahora que el templo cerró sus puertas.
Abrió la boca y disparó flechas
calientes de amor,
impactos tibios de un dulce sermón.
La paz estaba allí
entre los huecos que forman
los cuerpos superpuestos.
Doce columnas de hierro
atadas entre sí por un hilo rojo
piden su cuota de gracia y perdón.
Los doce hombres lloran con los excluidos,
los estafadores y las prostitutas;
y Jesús abre y cierra los ojos de todos
para que entiendan a su debido tiempo.

Preferido o celebrado por...
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