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¿Probabilidades?

25-10-2023

Anochecía, y me encontraba como habitualmente lo estaba, tendido en mi cama pensando ¿Qué hacer? Tenía un libro encima, todo destacado y con notas de colores (celeste, naranjo, rosado, celeste, naranjo, rosado...), estaba sumido en su lectura desde hace ya unos cuantos días, no era cualquier libro, se trataba de uno acerca de la enseñanza de la filosofía en Chile, por lo cual, me tenía bastante intrigado. En mi celular sonaba Carlos Gardel: “Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve, a enfrentarse con mi vida... Y aunque el olvido que todo destruye, haya matado mi vieja ilusión...” Canté intentando imitar la voz de Carlitos (que me perdone el maestro donde quiera que esté), y, por supuesto,... el maravilloso acento argentino.

Siempre que suena Gardel siento una paz, una sensación extraña pero armoniosa, extraña porque me sumerjo en la melancolía habitual del tango, de sus letras acerca del pasado que se añora, de esos amores idos, ¡maldito participio!, todo está condenado a ser participio, incluso esto que estoy escribiendo ahora mismo..., –recordé a San Agustín y su concepción del tiempo, el presente constantemente deviniendo en pasado, volviéndose siempre en algo acabado, y a Cronos devorando a sus hijos–. Además de recordar a mi abuela y aquellos días de mi infancia donde lo escuchábamos juntos, jugando cartas, o tomando aquella mítica agua de yerbas que solo ella sabía hacer tan bien. Pero armoniosa porque la voz de Gardel me calma.

De pronto, apareció aquél pájaro negro, era un tordo, y nuevamente se posó en mi ventana. Lo recordé, hacía ya mucho tiempo que no lo veía por estos lugares... generalmente solo venía cuando mi alma estaba hecha pedazos. ¿Cómo sabe aquella criatura cuando mi alma está despedazada? –Pensé–. Recordé por un momento, solo por un momento, el cuento “El cuervo” de Edgar Allan Poe (reí y me dije a mí mismo: “jamás”), no pretendía echarle la culpa a aquella pobre criatura acerca de la pena que me embargaba de modo constante, –además que se trataba de un tordo y no un cuervo como en el mítico cuento de Poe–, ni mucho menos pretendía culparlo de haberse posado en mi ventana justo cuando Gardel hablaba acerca del miedo hacia un pasado que vuelve a su vida... “Solo se trataba del azar” –me dije hablando en términos probabilísticos–, ¡Maldito Laplace! –reí–, coincidencias, abismales, pero coincidencias al fin y al cabo.

Esta vez, sin embargo, debo reconocer que fue extraño, demasiada coincidencia, o demasiada probabilidad acertada... ¡7 veces se posó en mi ventana, en tan solo 15 minutos!. De todas las ventanas que hay, ¿justo se le ocurre posarse en la mía?, ¿y 7 veces?, Nuevamente vagaron mis pensamientos en el mundo de las probabilidades, ¿Cuál era la probabilidad que se posara 7 veces en mi ventana, habiendo millones de ventanas en todo el mundo? Comencé a cuestionarme. “Casos favorables dividido en casos totales” Me dije en voz baja, es una locura de cálculo. ¿Este caso se tratará de probabilidad matemática, probabilidad lógica, probabilidad frecuencial?, no sabría distinguirlo ¿Qué me quería decir? La verdad es que me parecía algo demasiado coincidente. Fue ahí cuando me decidí a interpelarlo directamente.

—   ¿Qué haces nuevamente aquí?—Le repliqué

Era evidente que no me respondería, la pregunta de mi parte solo fue retórica, aunque por un momento de locura esperaba que tal como en el cuento de Poe, el animal me respondiera. Temí incluso que lo hiciera, hasta temí que me respondiera el tan insoportable “jamás”, ¿y si venía a atormentarme al igual que en el cuento de Poe? –Me dije–
Comencé a cuestionarme aquello de las probabilidades, pero no por algo supersticioso, sino porque se trataba de muchas coincidencias. ¿Será el pájaro mismo, Laplace?, ¿será que él decide determinísticamente y no probabilísticamente? ¿Y si ese pájaro negro era el demonio de Laplace? El demonio de Laplace conoce la posición y velocidad de todas las partículas del universo ¿Y si ese pájaro era aquél que decidía todo esto que me ocurría? Nunca supe si se trataba de una probabilidad o una determinación, pero me intrigaba saber qué ocurriría los próximos días con el pájaro, ¿volvería justo cuando tenga el alma en pedazos? ¿terminaré haciéndome amigo de él? ¿será mi compañía eterna para mis momentos tristes? ¿se posará con más fuerza cuanto más triste me encuentre? Muchas dudas me dejó aquella –a simple vista– inocente criatura. ¿Las probabilidades lo volverán a colocar todas las veces que mi alma estuviera en pedazos? Probablemente nunca lo sabría.

25-10-2023

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