Témplase ya del fatigoso estío El fuego abrasador: del yerto polo Del septentrión los vientos sacudi… Envueltos corren entre niebla oscu… Y a Cuba libran de la fiebre impu…
Reina el sol, y las olas serenas Corta en torno la prora triunfante… Y hondo rastro de espuma brillante Va dejando la nave en el mar. “¡Tierra!” claman: ansiosos miramo…
Si Dios no existe, o si de mi se… Y tan sólo al alzar debo la vida Para pasar el mundo, Cual nube tempestuosa el Océano A merced de los vientos,
Mira, mi bien, cuán mustia y desec… del sol al resplandor está la rosa que en tu seno tan fresca y oloros… pusiera ayer mi mano enamorada. Dentro de pocas horas será nada...
¡Oh! Cuán puro y sereno despunta el Sol en el dichoso día que te miró nacer, ¡Esposa mía! Heme de amor y de ventura lleno. Puerto de las borrascas de mi vida…
¡Cuán inmenso te tiendes y brillan… Firmamento sin límites! Do quiera En el puro horizonte iluminado Por la argentada lumbre de la luna… Te asientas en el mar. Las mansas…
Cuando en el éter fúlgido y sereno Arden los astros por la noche umbr… El pecho de feliz melancolía Y confuso pavor siéntese lleno. ¡Ay! ¡así girarán cuando en el sen…
Hipócrita, perjuro, despiadado, Sin ninguna virtud que amar le hic… Bañose en sangre y con delicia vie… La muerte y el terror siempre a su… A Venezuela mísera ensañado
Templad mi lira, dádmela, que sien… En mi alma estremecida y agitada Arder la inspiración. ¡Oh! ¡cuánt… En tinieblas pasó, sin que mi fren… Brillase con su luz...! Niágara u…
¡Ay! ¿es verdad? ¿La delicada man… Que al dulce beso del amor convida… Y en sed inflama el anhelante labi… Mis versos escribió; y este consue… Al insano pesar que me devora
Amigo de mis horas de tristeza, Ven, alíviame, ven. Por las llanu… Desalado arrebátame, y perdido En la velocidad de tu carrera, Olvide yo mi desventura fiera.
Es ella, sí: la venerada frente Que adoró mi niñez, de nuevo miro Con profunda emoción, aunque las h… Del tiempo y del dolor tiene graba… He aquí los ojos que mi débil cuna
Tu aliento vivifica, y semejante Al soplo abrasador de los desierto… En su curso veloz todo lo inflama. ¡Feliz aquel que la celeste llama Siente en su corazón! Ella le ele…
¿Cómo, idolatrada mía, Cuando la noche agradable A tus brazos me conduce, Gimes triste y anhelante? Están ajadas y mustias
Árbol, que de Fileno y su adorada velaste con tu sombra los amores, jamás del can ardiente los rigores dejen tu hermosa pompa marchitada. Al saludar tu copa embovedada,