Angustia
1 rue Pelet de la Lozère
Encerrado entre blancas paredes,
adornadas por alegres retratos familiares,
trato de juntar valor.
Valor para correr,
elevar las piernas,
atravesar el balcón que da a esta solitaria calle parisina
y dejar mi sangre y mis sesos esparcidos,
como prueba de lo absurda que es la vida.
Pero sólo son tres pisos los que separan mi cuerpo del cemento;
Salto, pero no mortal.
Los pensamientos se sacuden dentro de mi cabeza,
como anillos que giran y giran,
los órganos me pesan como piedras
y las piernas me tiemblan porque quieren huir de esta habitación maldita.
¿Cómo puedo describir lo que siento?
¡No encuentro las palabras!
Pero ellas sí que me encuentran a mí.
Se me meten por los oídos cuando escucho sobre cruceros de amor,
se me incrustan en los ojos cuando leo el guion de nuestra última conversación
y las huelo en las flores muertas que adornan los jardines de este barrio triste.
Cada palabra que me encuentra es devorada por otra más larga y compleja,
pero nunca queda satisfecha.
Poco a poco se vuelve más deforme,
más repulsiva,
menos humana.
Ya ni siquiera puedo reconocerlas.
Nunca las había escuchado salir de la boca de nadie.
Y de repente, me quedo mudo por horas,
contemplando en silencio mi propia descomposición.
Piaciuto o affrontato da...
