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Corona Áurea

 
 
 
 
Señora del Edén, Santa Matrona,
Reina del cielo y de los hombres Reina,
Dueña del sol, Señora de los astros,
De la luna y de todas las estrellas...
 
Venimos con el alma emocionada
A postrarnos al pie de tu realeza,
A que te diga el corazón sincero
Lo que no puede recitar la lengua.
 
Hoy nuestro amor, pletórico de gozo,
A tu hermosura virginal se entrega,
Depositando en tus reales sienes
Corona áurea en feria de azucenas:
 
No fue el metal doblando sus aristas,
Ni el artífice fue quien puso en ella,
En alarde fugaz de filigranas,
El sello peculiar de su belleza,
 
Fue nuestro amor filial, fiel y sincero,
Que prendado de ti, sin par doncella,
Se retorció en metálica hermosura
Para besar tus sienes principescas.
 
¡Qué bien te ves así, qué hermosa eres!
Coronada de amor, cual si dijeras
Que en hechizo feliz, nuestro cariño
Te tiene dando vueltas la cabeza...
 
También tu amor nos tiene coronados:
Nuestra mente se encuentra prisionera,
Y en tus dedos de madre entrelazada,
Sólo sabe de ti, sólo en ti piensa.
 
No le niegues, Señora, las caricias
De tus manos divinas y hechiceras:
En ti aprendió a querer, en ti ha saciado
La sed de su cariño, y en ti muera.
 
Que mientras sienta la sutil caricia
De tu mano en sus sienes prisioneras,
Recordará, con inefable gozo,
Que un día posó su amor en tu cabeza.
 
Día vendrá en que funestas nubes
Sembrarán nuestro cielo de tristeza.
Y en sus redes de fúlgidos colores
Apresarnos querrá la bestia artera:
 
Entonces te diremos, uno a uno,
Renovando el fervor de nuestra entrega:
“Te di en corona de oro mi cariño,
No te la quites madre, hasta que muera.”

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