Cargando...

No me digas

No me digas, Coré, que tu horizonte,
que tan lúcido y cálido fue un día,
se ha convertido en una estepa fría,
y tu empuje, que fuera de bisonte,
 
en gazapo que fluye por el monte,
que tu vida, de nítida alegría,
es hoy santuario de melancolía,
siendo tu amor un flujo que remonta.
 
Que todos los cariños que prodigas
sean causa y fuente de tu fortaleza,
que las dichas, que fueron tus amigas,
 
sean celemín de luz sobre tu mesa:
No me digas, Coré, no me lo digas,
que vagas por veredas de tristeza...

Preferido o celebrado por...
Otras obras de Jorge Leroux Romero...



Top