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Siete sonetos capitales

"Poemas porque sí"

SIETE SONETOS CAPITALES
GULA
Hay necios que maldicen de la gula
y la censuran como algo malvado.
¿Es que olvidan los dones del lenguado?,
¿De la trufa? ¿Del jamón? ¿De la angula?
 
Quien tal piensa barrunta equivocado,
se conduce torpe como una mula,
que ni sabe ni cata ni calcula
que es lo mejor del mundo un buen bocado.
 
Como siempre nos agrada y adula
ir a un gran banquete como invitado,
que es una cosa notable y rechula.
 
Diga lo que quiera cualquier jurado
yo, garboso, les hago la pirula,
que en la gula jamás veré pecado.
 
AVARICIA
Descomunal pecado es la avaricia
que vuelve al hombre cretino y menguado,
que mata el deleite por él deseado,
que le impide tener lo que codicia.
 
Por no gastar, pierde el mejor bocado,
tampoco goza la sensual caricia,
que gastar es algo que lo desquicia
y se conforma con lo depreciado.
 
Para su existencia es una delicia
el dinero que jamás ha gastado
y si barata encuentra la inmundicia
 
en ella lo encontraremos volcado
pues cree, sincero y sin malicia,
que gastar en vivir es un pecado.
 
 
PEREZA
Torpes hay que denigran la pereza.
Lo hacen desde el púlpito y el estrado,
sin catar que esta virtud siempre ha estado,
quiérase o no, unida a la riqueza.
 
Ese no trabajar por mi deseado
véase como signo de grandeza
porque el trabajo cedo con largueza
a todo el que se muestra aplicado.
 
¿Por ventura, trabaja la realeza,
esa gente a la que hemos ensalzado?
¿Curran los ricos…, quizás, la nobleza?
 
Pónganme como vago declarado
y digan todos de mí con franqueza:
“Fue feliz por nunca haber trabajado”.
 
IRA
Llaman a la ira: monstruoso pecado
y esto es una aterradora  mentira
producto del idiota que delira
y teme ser por ella perturbado
 
A mí, que soy iracundo, me admira
la gracia del exabrupto impensado,
del grito y del maldecir adecuado
y del insulto que a apocar aspira.
 
Un golpe en la mesa asaz cabreado
dulce música es de graciosa lira
si cuida su tono brusco y airado.
 
Pero todo es según como se mira:
que al quedarse sereno y desahogado
hay majaderos que lo llaman ira.
 
ENVIDIA
No hay vicio tan  bajo  como la envidia,
que al hombre pervierte, pudre y degrada,
que hace de él un mierda, una cagada,
pues la fortuna de otros lo fastidia.
 
Y tórnase su vida atormentada
una constante y complicada lidia,
puerta del dicterio soez y la insidia:
disputa en la que nunca logra nada.
 
Sus fracasos, hijos de la desidia,
los juzga como alevosa celada,
un complot, una trama, una perfidia.
 
Y es que no hay voluntad tan exaltada
como la arrebatada por la envidia
que nunca, jamás, puede ser saciada.
 
SOBERBIA U ORGULLO
La soberbia, también llamada orgullo,
es un vicio comúnmente arraigado,
que prende en el erudito letrado
y  en el lego engreído y capullo.
 
El primero, en el latín versado,
y el segundo, navegando en farfullo,
mecidos son con el altivo arrullo
que procura el sentirse admirado.
 
Pero pronto su  porte es arruinado
y mostrará su rostro  sin orgullo
al ser su torpe cuento destapado:
 
que su saber es el de Pero Grullo
y su valor, por él mismo ensalzado,
jamás alcanza al de un triste zurullo.
 
 
LUJURIA
Llorando encontré a mi querida Nuria,
que, más que una mujer, es una jaca
que en el dulce asunto del mete y saca,
la cachonda nunca pasa penuria.
 
Díjome que el párroco, ¡Vaya urraca!,
la había amonestado con furia
llamándole pecado de lujuria
al sabroso juego del tiqui-taca.
 
Cual loco, me cagué en toda la curia,
que todo aquel que a la jodienda ataca
es merecedor de tremenda injuria.
 
Que es postura pecadora y bellaca
hablar de forma malvada y espuria
del dulce fornicio, del toma y daca.
 
 
© José Antonio Valero Mazón LOS BALCONES
Junio 2014

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