Hoy alegre y, locamente desenamorado.
Era fea, terror del espejo de el enamorada,
saliendo su corazón de el, en sus miradas.
Mis ojos la olvidaron, vaya un retrato.
Hermosa por dentro, y bisoja por fuera,
de cacahuetes provocativos en sus nidos;
margarita y nata de furtivas miradas del sereno.
Su joroba y su risa fueron mi tortura.
Su voz no agraciada exclamaba:
Hoy, ya no nos amamos,
son días de tristeza y soledad.
Perdiste mi gran amor; el
qué nunca llegaste a conocer profundo,
frío y pálido esta mi corazón,
desde ese día negro de luna roja.
Él: Aguantar una mujer dominante
es cosa de antes.
Hoy día mis ojeras desaparecieron,
ya no existen frías.