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Lied IV

La noche pasaba;      
y al terror de las nébulas, sus ojos      
inefables reían la tristeza.      
 
La muda palabra      
en la mansión culpable se veía,
como del Dios antiguo la sentencia.
 
La funesta falta      
descubrieron los canes, olfateando      
en el viento la sombra de la muerta.      
 
La bella cantaba,
y el florete durmiose en la armería      
sangrando la piedad de la inocencia.

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