Begonia tuberosa
A Nani y Julio.
Aunque nadie me ha enseñado
el lenguaje callado de las plantas
te cuento lo de ayer.
Vi a los novios alegres y tranquilos.
Mi gozo era discreto,
yo creo que nadie lo veía.
Casarse hoy en día
como sabes
es arrojarse de cabeza a lo fugaz.
Los tiempos que en los muros nacía musgo
pertenecen al recuerdo de los viejos.
A ti, begonia,
se te caen algunas hojas
y flores que se aburren
quizás porque eres antigua
y como yo no estás muy en tu sitio.
Vives atrapada en mi mundo,
no en el tuyo,
y tienes que soportar mis pensamientos.
A mí se me caen los pétalos del alma
y nadie los recoge. Solo la noche
se encarga de esconderlos no sé dónde.
Luego me llueven en sueños
sobre el rostro y se duermen
sobre mis párpados cerrados.
Sé que me escuchas.
No quiero incomodarte con mi palabrería
así que vamos a callarnos y a mirarnos
como novios
que se arrojan de cabeza a lo fugaz
y a ser felices en secreto
no sea que se enteren y nos maten.
Libro: Mi cama es una balsa a la deriva
Autor: Juan Julio Alfaya Fernández
Registrado en el Registro de la Propiedad
Intelectual de la Xunta de Galicia.
