El banco vacío
Quedó vacío el banco
sin nosotros,
el banco silencioso
que aún guarda el secreto
de aquellos susurros
perdidos en la noche
y en el canto de los grillos.
Una vez lo encontramos ocupado
por un africano que
con misteriosa quietud
hacía sagrada la que ya era
“nuestra oscuridad”.
Nos convertimos
en espectadores insomnes
de aquella sed de irse
cuya piel oscura
encerraba sufrimientos milenarios
que tal vez estaba compartiendo
con las palmeras
nacidas de otra sed
tan antigua e imposible
como la nostalgia de ser
lo que aún no somos.
¿Por qué me hirió tu amor?
Tú me has hecho perder
el gusto de estar solo,
ahora mis raíces necesitan
hundirse en esta tierra
y beber el agua de ese río
que atraviesa nuestra hondura.
Libro: Mi cama es una balsa a la deriva
Autor: Juan Julio Alfaya Fernández
Registrado en el Registro de la Propiedad
Intelectual de la Xunta de Galicia.
