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La azalea

Todo viene a mí
como un milagro
cuando dejo
que las cosas acontezcan
según un gozoso designio
que presiento anterior
a mi paso por el Tiempo.
No sé cómo llamarle
a este proceso
y, para ser sincero,
no lo entiendo.
Sólo sé que es tan real
como la azalea
que con su exultante belleza
brotando de la tierra
me da los buenos días.
Reconocer que las cosas
me conocen y me aman
no creo que sea
declararme panteísta.
El mismo Cristo nos enseñó
a aprender de ellas:
“Fijaos cómo crecen los lirios:
no trabajan ni hilan”.
¿Qué es fijarse
sino todo lo opuesto
a vivir ausente y distraído?
Pasar por la vida
afanado en mil quehaceres
sin fijarse, ¿es acaso vivir?

Libro: Mi cama es una balsa a la deriva
Autor: Juan Julio Alfaya Fernández
Registrado en el Registro de la Propiedad
Intelectual de la Xunta de Galicia.

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