Libro: Mi cama es una balsa a la deriva Autor: Juan Julio Alfaya Fernández Registrado en el Registro de la Propiedad Intelectual de la Xunta de Galicia.
No bendigas, Señor, nuestro pan pues no lo necesita. Bendice a quienes no recuerdan lo que es un alimento. Dales a ellos la felicidad
Con qué llama limpia y suave ardes en mi centro, ¡leño seco! Me das calor
En una esquina triste del salón va… me esperabas patético en el suelo. Más que un teléfono me pareciste un perro abandonado gimiendo por la vuelta de su dueño…
Nuestra casa será sencilla. Por todo lujo, habrá silencio. Las flores anunciarán la belleza que hay detrás de lo visible. Habrá una ventana abierta al mar.
Detrás de la agitación y lo febril se ocultan la rutina y el hastío, por eso yo prefiero morir de amor a fuego lento a ser fulminado
Los hombres ensimismados, apoyados con un codo en la barra, pegados como lapas al cubata, o viceversa, ven en una gran pantalla plana
Te siento como el pulso en mí del Universo, como un latido de átomos y estrell… como una llamada ancestral a la Un… que me recorre de los pies a la ca…
¿Por qué el niño, con aprendido di… deja caer su bocadillo al suelo? ¿Qué mares ha sobrevolado la gavio… que, cual rayo, se lanza sobre él? ¿Por qué las ratas huyen de sí mis…
No puedo resistir la tentación de orientar siempre mis pasos hacia lo desconocido. Así que decidí internarme en aquel… entre curioso y precavido
Mis dedos como jazmines blancos recorrerán los recovecos de tu alm… después de atravesar el silencio sagrado de tu piel.
Mi reloj se paró en una tarde de lluvia. Le pregunté: “¿Qué te pasa?”. Me contestó:
Deja que la música te posea, que ella te baile a ti, no tú a el… que recorra tu cuerpo y tus secret… sin que éstos le opongan resistenc… que el ritmo se adueñe de tus pies
Te recuerdo tocando este himno alegre y funerario compuesto para negros felices en su exilio y su inocenci… En las altas horas de la noche
Siéntate. Observa en silencio el mar en calma. Sus manos son las olas que acarician
Las rosas, durando tan poco, ¿dónde está su eternidad? ¿En su fragancia? ¿En su belleza? ¿En el suave tacto de sus pétalos?