#Españoles Filis La de paloma
Señor, a cuyos días son los siglos instantes fugitivos, Ser Eterno, torna a mí tu clemencia, pues huye vana sombra mi existenci… Tú que hinches con tu espíritu ine…
Dichoso zagalejo, por aquel verde valle bajaron tus amores, bajaron a buscarte. Cogiendo flores iba,
«Segadores, a las mieses, que ya la rubia mañana abre sus rosadas puertas al sol que de oriente se alza. »Un vientecillo agradable
Rectórico molesto, deja de persuadirme que ocupe bien el tiempo y a mi Dorila olvide. Ni tú tampoco quieras
Los ojos tristes, de llorar cansad… alzando al cielo, su clemencia imp… mas vuelven luego al encendido llo… que el grave peso no los sufre alz… Mil dolorosos ayes desdeñados
¿Qué te pide el poeta? di, Apolo, ¿qué te pide cuando derrama el vaso, cuando el himno repite? No que le des riquezas
Decidme, zagalejas, si visteis a mi amada bajar con sus corderas por esta verde falda. Decidme si la visteis,
«Dicen que alegre canto tan amorosos versos, cual nuestros viejos tristes nunca cantar supieron. »Pero yo, que sin sustos
Siendo yo niño tierno, con la niña Dorila me andaba por la selva cogiendo florecillas, de que alegres guirnaldas,
Pues vienen Navidades, cuidados abandona y toma por un rato la cítara sonora. Cantaremos, Jovino,
¡Oh! ¡qué bien ante mis ojos por la ladera pendiente, sobre la esteva encorvados los aradores parecen! ¡Cómo la luciente reja
La rosa de Citeres, primicia del verano, delicia de los dioses y adorno de los campos, objeto del deseo
Pensativo y lloroso, contemplando cuán tibia Dorila mi amor oye por hermosa y por niña, al margen de una fuente
La noche y el día, ¿qué tienen de igual? ¿De dónde, donosa, el lindo lunar que sobre tu seno
¡Qué ardor hierve en mis venas! ¡Qué embriaguez! ¡Qué delicia! ¡Y en qué fragante aroma se inunda el alma mía! Éste es de Amor un templo: