#Españoles #Odas Anacreónticas
La rosa de Citeres, primicia del verano, delicia de los dioses y adorno de los campos, objeto del deseo
La noche y el día, ¿qué tienen de igual? ¿De dónde, donosa, el lindo lunar que sobre tu seno
¿Qué te pide el poeta? di, Apolo, ¿qué te pide cuando derrama el vaso, cuando el himno repite? No que le des riquezas
Al partir y dejarla, medrosa de mi olvido, me dio para memoria Dorila un Cupidillo, diciéndome: «En mi seno
¡Cuál vaga entre las flores el céfiro süave! ¡Cuál con lascivo vuelo sus frescas alas bate! Sus alas delicadas,
¡Oh!, rompa ya el silencio el dolo… y al labio salga en dolorido acent… la aguda pena en que morir porfío. Con lastimeros ayes gima el viento… y entre suspiros y mortal quebrant…
La blanda primavera derramando aparece sus tesoros y galas por prados y vergeles. Despejado ya el cielo
En esta breve tabla, discípulo de Apeles, cual yo te la pintare, retrátame mi ausente. Retratada cual sale
¡Oh, cuál con estas hojas que en sosegado vuelo de los árboles giran, circulando en el viento, mil imágenes tristes
Pues vienen Navidades, cuidados abandona y toma por un rato la cítara sonora. Cantaremos, Jovino,
Tus lindos ojuelos me matan de amor. Ora vagos giren, o párense atentos, o miren exentos,
Dame, Dorila, el vaso lleno de dulce vino, que sólo en ver la nieve temblando estoy de frío. Ella en sueltos vellones
Las blandas quejas de mi dulce lir… mil lágrimas, suspiros y dolores me agrada renovar, pues sus rigore… piadoso el cielo por mi bien retir… El dichoso zagal que tierno admira
Al prado fue por flores la muchacha Dorila, alegre como el mayo, como las Gracias linda. Volvió a casa llorando,
Dícenme las zagalas «¿Cómo, siendo tan niño tanto, Batilo, cantas de amores y de vino?» Yo voy a responderles,