#Españoles #Odas Anacreónticas
¡Oh!, rompa ya el silencio el dolo… y al labio salga en dolorido acent… la aguda pena en que morir porfío. Con lastimeros ayes gima el viento… y entre suspiros y mortal quebrant…
¿Si es él, Amor? ¡Qué trémula la… rompe el último nema! Me lo anunci… con zozobra feliz saltando el pech… No, no puedo dudarlo: el importuno velo cayó; tu celestial imagen,
Pensaba cuando niño que era tener amores vivir en mil delicias, morar entre los dioses. Mas luego grandecillo
Al prado fue por flores la muchacha Dorila, alegre como el mayo, como las Gracias linda. Volvió a casa llorando,
Cuando a mi pobre aldea feliz escapar puedo, las penas y el bullicio de la ciudad huyendo, alegre me parece
Rectórico molesto, deja de persuadirme que ocupe bien el tiempo y a mi Dorila olvide. Ni tú tampoco quieras
Nada por siempre dura. Sucede al bien el mal, al albo día sigue la noche obscura, y el llanto y la alegría en un vaso nos da la suerte impía.
Filis, ingrata Filis, tu paloma te enseña; ejemplo en ella toma de amor y de inocencia. Mira cómo a tu gusto
«Segadores, a las mieses, que ya la rubia mañana abre sus rosadas puertas al sol que de oriente se alza. »Un vientecillo agradable
Merced a tus traiciones al fin respiro, Nice; al fin de un infelice el cielo hubo piedad. Ya rotas las prisiones,
La noche y el día, ¿qué tienen de igual? ¿De dónde, donosa, el lindo lunar que sobre tu seno
La rosa de Citeres, primicia del verano, delicia de los dioses y adorno de los campos, objeto del deseo
¡Qué ardor hierve en mis venas! ¡Qué embriaguez! ¡Qué delicia! ¡Y en qué fragante aroma se inunda el alma mía! Éste es de Amor un templo:
¡Con qué indecible gracia, tan varia como fácil, el voluble abanico, Dorila, llevar sabes! ¡Con qué movimientos