#EscritoresColombianos Flórez Julio
Huyeron las golondrinas de tus alegres balcones; ya en la selva no hay canciones sino lluvias y neblinas. Me da el pesar sus espinas
¡Oh, bosques seculares, refugio del silencio y de la sombr… que el cielo y los eternos luminar… por techumbre tenéis, y por alfomb… de hojas marchitas rumorosos mares…
Yo vivo encadenado a tu hermosura, lo mismo que a su roca, Prometeo; sin poder quebrantar la ligadura que me une a ti... por más que for… ¿De qué delito bárbaro fui reo,
Tañe Orfeo su cítara y avanza con pie seguro hacia el remoto ori… canta y su voz desbórdase en torre… de fe y amor, de vida y esperanza. Camina... y la brumosa lontananza
Hermosa y sana, en el pasado estío… murmuraba, en mi oído, sin espanto… —Yo quisiera morirme, amado mío; más que el mundo me gusta el campo… Y de fiebre voraz bajo el imperio,
Ruge el mar, y se encrespa y se ag… la luna, ave de luz, prepara el vu… y en el momento en que la faz leva… da un beso al mar, y se remonta al… Y aquel monstruo indomable, que re…
Una montaña de oro vi en horizonte lejano; corrí tras ella...: mi mano tendí, y era aquel tesoro un arrebol de verano.
¿Ves ese roble que abatir no pudo ayer el huracán que asoló el monte y que finge en el monte un alto y… centinela que mira el horizonte? El rayo apenas lo agrietó; sereno
Esperaré, y en día no lejano, cuando se apiade mi contraria suer… y me depare el ósculo de muerte que ha de salvarme del contagio hu… pienso que tierra y cielo y océano
Si porque a tus plantas ruedo como un ilota rendido, y una mirada te pido con temor, casi con miedo; si porque ante ti me quedo
En tu melena, de la noche habita, temblaba una opulenta margarita como un astro fragante entre la so… de pronto, con tristeza, doblaste la cabeza
Nunca mayor quietud se vio en la m… ni frío más glacial que el de esta… que tú alargaste al espirar, en va… y que cayó en las sábanas, inerte. ¡Ah... yo no estaba allí! Mi acia…
Y llegué a mi aposento. De la org… vibraba aún, en mi cerebro ardient… la estruendosa y horrenda algarabí… Y con el alma sorda y con la frent… en sudor copiosísimo empapada,
¡La campiña! Sobre el césped del cortijo va la… tierna, rubia, frágil, blanca; —bajo el brazo la muñeca de cartón rosada y hueca—
A veces melancólico me hundo en mi noche de escombros y miseria… y caigo en un silencio tan profund… que escucho hasta el latir de mis… Más aún: oigo el paso de la vida