#EscritoresEspañoles
Llora cuanto quieras sobre mi hombro, desahógate, cuenta conmigo para lo que haga falta.
Tienes veinte años, tienes a la vida por el cuello a tu merced; pero no es suficiente,
Te veía llegar, cruzar la puerta, darme un besazo en el morro, mirarme a los ojos
Lentos por las aceras, inmóviles en las repisas, aovillados
Con los días contados, chaval, así vivimos todos. Esperando a que nos tachen de la lista. Distrayendo
Alegra esa cara, hombre —dicen, dándote una palmadita en la espalda–, hay que ser más
Ándate con cuidado, que no se entere nadie de que lo pasas bien, que tu vida funciona, y eres feliz a ratos.
No es el de la niñez, aquellas mañanas de diciembre, a lo largo del río, hacia el colegio. Ni se trata tampoco de aquel otro
Cuídate mucho de los que sólo miran, de los que siempre están detrás, de esos a los que nunca
Un simple comentario a destiempo, sin ninguna intención.
Mujeres como tú son las que consiguen que se declaren las guerras y que algún general
El último salvavidas al que suelo agarrarme en estos casos, el teléfono, hoy tampoco me sirve.
Es lo que tiene, el amor: empiezas siendo el galán protagonista
Cosas de la edad, supongo: te da por mirar atrás,
Mi mujer y mi hija, estas paredes y estos libros, un puñado de amigos que me quieren —y a los que quiero de verdad—,