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AFILANDO PUÑALES

Había intentado dibujarle un corazón
en un pedazo de madera con lápices de carbón.
Ella solo veía extinguida la flama del amor
y se retorcía en llanto en alaridos de dolor.

Era la innúmera vez que recibía
la dura cachetada en su cara.
La piel se le enrojeció y parecía un tomate maduro,
quiso decir algo, pero nuevamente
sintió el látigo de unos dedos duros
que aguijonearon su rostro.
 
Alzó sus brazos para cubrirse
pero un fuerte golpe por los hombros
lo dejó nuevamente al descubierto.
Ella se ensañaba en su miserable cuerpo
cada vez que se sentía aguijoneada por los celos.
 
Había intentado dibujarle un corazón
en un pedazo de madera con lápices de carbón.
Ella solo veía extinguida la flama del amor
y se retorcía en llanto en alaridos de dolor.
 
Él le dijo que nunca la miró
que el sol apuñale su retina
si alguna vez, aunque solo de reojo
allá mirado a la mujer prístina.
 
Más ella siguió afilando puñales
quería vengar viejas deudas sin saldar.
Eran de otros lechos de añejos pasionales
de tiempos en que el edicto
sacramental se tenía que pagar.
 
El río viene murmurando su llanto
el hombre a lavado la cara en sus espejos.
Las lágrimas ahora riman y saltan suaves
sobre su piel agrietada y enrojecida
buscando el canal de sus labios.
 
En un acto de contrición
traga un amargo sorbo de la copa del amor.
Ella masculla una sentencia.
Y dibuja un oscuro perdón.
 
Abre el paraguas de su boca y grita:
Te mataré si vuelvo a ver revolotear
tus ojos sobre Medusa.
Acaricia para si la estatua y finge a la ilusa

Piaciuto o affrontato da...
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