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Nada mas sutil

Se que tus besos saben ajenjo y a miel.
He bebido el vino del odre de tu pecho.
Nada mas sutil para el embeleso que la hiel
ni nada mas glorioso que amanecer en tu lecho.

No temas por mi odio que no es un castigo a ti
es el golpe de pecho a mi corazón deshecho.
Su suerte estaba echada desde mi amancebamiento
tu eras la cortesana de mi arrebatamiento.

Maldición, odio reconocer que te amo.
Odio tener que despertar en otra cama
que no sea la tuya cuando a voz en cuello te llamo.
Odio el sabor de la sal porque sabe a lágrimas
porque mezclas tu canto con mi llanto.
 
Odio el susurro que lleva la voz del corazón.
Las notas de los latidos do, re, mi
son una sinfonía que las lleva el viento
agitando las velas de tus remeras.
 
Odio el puerto donde llegan tus pies desde las lejanías
cansados de vagar en diásporas letanías.
No quiero las migajas de la mesa de tu cuerpo;
si no tienes nada para mi dejad la carroña en el desierto.
 
Se que tus besos saben ajenjo y a miel.
He bebido el vino del odre de tu pecho.
Nada mas sutil para el embeleso que la hiel
ni nada mas glorioso que amanecer en tu lecho.
 
No temas por mi odio que no es un castigo a ti
es el golpe de pecho a mi corazón deshecho.
Su suerte estaba echada desde mi amancebamiento
tu eras la cortesana de mi arrebatamiento.
 
Admito que puedo llegar furtivamente
en tus sueños de media noche
y contemplar tu sueño de durmiente
para sin ser sentido quedarme como tu fantoche.
 
Temo que nunca hayas entendido
la medida de amor que puse en tus manos.
Era mas que suficiente en el buen sentido
de que con un poco bastaba para embriagarnos.
 
Dejamos que se nos vaya la vida
que se nos escape el amor, que otros nos hicieran añicos.
Que el destino nos tratase de manera atrevida
sintiendo que todavía vivíamos platónicos.
 
Aun una plegaria saldaría mi cuenta
los talentos del amor mueven montañas.
Si piensas que mis devaneos me han dado renta
augusta ha sido la vida para no darme patrañas.

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