Tirana con mi dolor
Las mil y una veces que mi boca se hizo muro
cueva de Ali Baba y los cuarenta ladrones
no tenía las intenciones de conquistar el cielo.
Solo quería quitar de tus puertas el seguro,
amanecer contigo junto a tus edredones
y que mis manos se extasíen corriendo tú velo.
He tenido que morir de manera absurda
escondiéndome y eyectando la mirada de la gente.
Yendo al rincón mas oscuro para
que las sombras me protejan.
Sin embargo, tu piedad ha sido tirana con mi dolor.
Tu dedo se ha alzado como el mazo del juez
para señalar el pecado imaginario de mi pasión.
Te sientes como la divinidad desde el firmamento
libre del ostracismo de los sentimientos.
No has entendido que la vida
es pecado, perdón, muerte y redención.
Desde mi concepción he errado
invocando el solsticio de mi herida.
Nací atado a las letras del Tetragramatón
y por gracia divina he sido perdonado.
Las mil y una veces que mi boca se hizo muro
cueva de Ali Baba y los cuarenta ladrones
no tenía las intenciones de conquistar el cielo.
Solo quería quitar de tus puertas el seguro,
amanecer contigo junto a tus edredones
y que mis manos se extasíen corriendo tú velo.
Hoy escribo la historia de los amaneceres
como si fueran biografías de personajes muertos.
Mi deambular por calles en busca de placeres
sin razón de alguien que vive de espaldas a los entuertos.
El hilo de tu historia esta tan salpicada de mi ADN
que aun cuando volvieras a nacer no podrías cortarlo.
Se te adentró en tu piel sigilosamente como gusanillo;
es mas fácil tapar el sol con un dedo que extirpar mi ADN
esta tan adentrado en los muros de tu ciudad
que los vigilantes de tu corazón no podrán expulsarlo.
Aun así, maquiavelas en contra de mi
hurtando la poca paz que la guerra de mis sentidos deja.
Arrinconas mi alma al paredón
para darme el ultimátum de tu adiós
como si no supieras que la muerte nos acecha.
